John Polidori, Lord Byron y la transformación romántica del vampiro
Julio César López Valdés

Palabras clave: Lord Byron, John Polidori, vampiro, romanticismo, Mary Shelley

La emoción más antigua y más fuerte de la humanidad es el miedo, y el miedo más antiguo y más fuerte es el miedo a lo desconocido.

H.P. Lovecraft
(1890-1937)

Resumen

El miedo como inspiración ha jugado un papel indudable; nuestro temor nato a lo muy parecido al ser humano (“valle inquietante”), nos ha permitido generar un sinfín de obras artísticas que proveen de una explicación a lo inexplorado. Es así como surgió la figura prerromántica del vampiro creado por el médico ítalo-inglés John William Polidori (1795-1821), quien erigió la efigie aristocrática reconocida de este ser, dejando de lado el imaginario folclórico que hasta la fecha perduraba.

Al analizar al vampiro de Polidori, observamos que la criatura, que se considera una representación del mal como encarnación, no vive del lado salvaje del hombre o de su herencia bestial latente en el sistema límbico, cuyo interés es solo saciar su hambre: se transforma en un “ser” similar al hombre, portador de peculiaridades notables, con un gran sentimiento de hedonismo capaz de devorar la fuerza vital de cada una sus víctimas con su sola presencia. Si bien Polidori conservó algunas propiedades propias del folclor europeo, agregó cualidades únicas cuyo origen tiene una influencia directa en la medicina coetánea y en el mismo ámbito social del médico, como el “mesmerismo”, el “sonambulismo artificial” y la corriente filosófica relacionada con la fuerza vital.

 
Introducción

A lo largo de la historia, el miedo como inspiración ha jugado un papel indudable. Nuestro temor nato hacia aquello que es muy parecido al ser humano (“valle inquietante”), así como hacia lo desconocido, nos ha permitido generar un sinfín de obras artísticas que proveen de una explicación a lo inexplorado. Así ha nacido una gran estirpe de seres sobrenaturales de características “cuasi-humanas”, que abarcan desde dioses, hadas, brujas y genios, hasta algunos grandes monstruos literarios como Grendel (anónimo, siglos VIII y XII d.C), Satanás (John Milton, 1667), la criatura del doctor Frankenstein (Mary Shelley, 1818), Mr. Jekyll (R.L. Stevenson,  1886) e incluso, los más recientes como, Randall Flag, Pennywise o Tak (Stephen E. King, 1979, 1986 y 1996, respectivamente). Si bien comparten las características literarias clásicas de los villanos o antihéroes, mezcladas con la exageración de sus defectos, cada uno nace en un contexto histórico-social distinto, el cual refleja los temores y paranoias inherentes de la sociedad en cada época. De esta manera surgió la figura prerromántica del vampiro creado por el médico ítalo-inglés John William Polidori (1795-1821), quien durante su viaje como galeno personal del afamado poeta británico Lord Byron (George Gordon Byron, 6º barón de Byron, 1788-1824), erigió la efigie aristocrática reconocida de este ser, dejando de lado el imaginario folclórico que hasta la fecha perduraba.

El contexto social contemporáneo y el origen de la figura vampírica aristocrática

Al terminar las guerras napoleónicas (1799-1815), la atención de la sociedad británica se situó en Europa y en su constante orden cambiante debido a la importación de la ideología revolucionaria nacida en Francia. El absolutismo monárquico se vio fuertemente golpeado dentro del continente y el mundo. Los monarcas europeos tuvieron que conservar ciertas leyes civiles propias de la ocupación francesa para evitar el descontento popular. Sin embargo, el nacimiento del pensamiento nacionalista generó el principio y la caída de un sinfín de estados, sin asentarse en las normas de la aristocracia, sino en las bases de la cultura, el origen y la ideología común del pueblo. Esta era vio cambios sociales y económicos, y la población se polarizó entre la clase capitalista y la clase trabajadora, ampliando así la brecha entre ricos y pobres.

Este periodo turbulento produjo un gran impacto en Inglaterra, donde nació un sentimiento optimista en apoyo a la causa de la libertad y la igualdad, teniendo como resultado un vaciado intelectual y artístico característico de la época romántica inglesa (1785 y 1830) dentro de la literatura y las artes en general.

Gran Bretaña se convirtió en la potencia hegemónica por excelencia. Por tal motivo, la sociedad británica tuvo un papel de suma importancia dentro de la formación de una exuberancia de prolíficos autores literarios, quienes consideraron como parte de su labor la reeducación de las masas mediante escritos de índole sociopolítico, que a su vez dejaban entrever ciertos matices científicos en su desarrollo.

Dicho esto, Lord Byron, personaje aristócrata y excéntrico, es sin duda una de las mayores personalidades del movimiento, no solo por sus escritos, sino por su peculiar vida no convencional, polémica y ostentosa, llena de libertinaje, que vino a romper las normas aristocráticas de la época. Dada su distintiva forma de pensar, Lord Byron emprendió un largo viaje a través de Europa y Oriente a manera de autoexilio, que culminó con su muerte en Grecia. Byron plasmó sus vivencias y parte del contexto histórico social que cada uno de los países vivía dentro de sus textos; es así como nace “El Giaour” (1813). La importancia de esta obra radica en la mención del vampirismo de una manera mística y rudimentaria que funge como una especie de condena para el asesinato; hasta nuestros días, el poema es considerado como una de las primeras obras dentro de la tradición literaria inglesa en hacer mención directa del vampiro.

Ahora, la importancia de Lord Byron dentro de la creación del vampiro no solo radica en haber retomado este folclor como una figura literaria para la devastación y el castigo, sino por su influjo directo como personaje público, y además la creación del héroe byroniano, cuyas características tienen cierta similitud con la vida del propio autor. Los protagonistas de Byron suelen ser una representación neta de lo idealizado por la sociedad, pero a su vez son imperfectos; es así como, a pesar de tener una inteligencia agraciada, sofisticación y carisma, carecen de integridad y actitudes  propias a la moral. Comúnmente son presentados como cínicos, solitarios y arrogantes, tal es el caso de Lord Ruthven, protagonista de El vampiro (1819).

Si bien, Lord Ruthven funge como una figura literaria en varios escritos de la época y está asociada a la decadencia del ser humano, su nacimiento es algo ambiguo: tiene su origen tanto en la obra del propio Lord Byron (El entierro), como en los escritos de Lady Carolina Lamb (1785-1828), escritora ocasional y despechada amante de Byron. Sin embargo, Polidori tomó la creación de ambos autores y les agregó ciertas características consideradas como despreciables y antiéticas que, finalmente, dieron origen a la creación de una nueva clase de personaje desalmado, seductor, cautivador, rebelde y con gran talento para generar una indudable devoción, que ejerce sobre sus víctimas una influencia sumamente poderosa la cual termina por traer ruina y destrucción. Estas características de Lord Ruthven coinciden indudablemente como parodia no satírica con una versión maliciosa y vampírica del propio Byron, siendo una evidente síntesis de la personalidad magnética y autodestructiva del poeta inglés. Asimismo, Lady Carolina Lamb creó el personaje de Lord Ruthven para referirse a este en su novela Glenarvon (1816).

 

John Polidori, médico y escritor

John William Polidori, médico inglés graduado de la universidad de Edimburgo, fue el estudiante más joven en recibir el grado universitario hasta entonces dentro de esta institución. Al ser hijo de un intelectual italiano radicado en Londres, fue instruido como católico devoto, lo cual mermó su genio artístico e intelectual debido al conflicto personal y social que su espiritualismo religioso conllevaba. En aquella época, ser católico implicaba una serie de prejuicios dentro de la sociedad anglicana, por lo cual se cree que Polidori padeció de depresión constante. Asimismo, diversos autores coinciden en la difícil personalidad de Polidori, quien generalmente se veía atormentado por sus altas ambiciones y deseos de éxito que nunca lograba complacer.

 

Se ha establecido que el mayor deseo de Polidori era convertirse en un autor renombrado, con cierto estatus y fama. Por eso, tras graduarse como médico, se le presentó la oportunidad de conocer a Lord Byron, con quien entabló una relación laboral y de “amistad”. Más pronto que tarde se convirtió en su médico de cabecera y secretario personal durante sus viajes a través de Europa (1816). A su vez, dicha oportunidad se vio acompañada de una oferta de publicación por la casa publicitaria John Murray, la cual le pago una fuerte suma de dinero al médico por llevar un diario exacto de sus viajes con el poeta. Finalmente, tal escrito fue editado por William Michael Rossetti, sobrino de Polidori, y fue publicado más tarde en 1911.

Villa Diodati, Fantasmagoriana y la noche de los monstruos

Quizás uno de los eventos con mayor serendipia en la literatura es la llamada “noche de los monstruos”, en la que no nació solo uno de los personajes con mayor popularidad y notoriedad, sino que fue el preludio para el origen de cuatro grandes obras intelectuales que hasta nuestros días continúan ocasionando cierta sensación de angustia y afecto que nos obliga a continuar leyendo. Pareciera que todos los eventos circunstanciales fueron favorables para propiciar aquella ilustrada reunión entre grandes personas, quienes nutrieron entre sí su necesidad de inspiración para generar relatos únicos. Los individuos que asistieron a esa reunión fueron Clara Mary Jane Clairmont (1798-1879), Percy Bysshe Shelley (1792-1822), Mary Wollstonecraft (1797-1851), Lord Byron y John William Polidori.

 

La noche del 16 de junio de 1816, en la cual el grupo formado por Lord Byron, los Shelley y Polidori, decidieron leer como entretenimiento nocturno la novela gótica Fantasmagoriana, ou Recueil d’histoires d’apparitions de spectres, revenants fantômes (1812). Enardecido por el horror, Lord Byron propuso a cada uno de los asistentes escribir un horrífico cuento a manera de concurso durante su estancia, y finalmente cada uno de los partícipes redactó el boceto de sus futuras obras. De esa noche nació El vampiro (1819), Frankenstein o el moderno Prometeo (1818) y “Fragmento de una novela”, publicado al final del poema Mazeppa (1819). Asimismo, muchos atribuyen a esa frenética noche el origen de la novela Ernestus Berchtold o El moderno Edipo (1819), que durante años fue considerada una especie de autobiografía lírica del propio Polidori.

El romanticismo y el vampiro pre-moderno: oneirodinia e hipnotismo como rasgos

El romántico fue un periodo de dinamismo; la sociedad médica contemporánea se preocupó por la organización funcional del cerebro, así como por los problemas metafísicos de la existencia, la muerte y la eternidad, entre otros. Debido a que el Romanticismo se caracterizó por ser una manera de sentir y concebir la naturaleza, así como a la vida y al ser humano mismo, el mecanicismo cartesiano se vio derruido como la explicación dominante de la vida a través de la física. En contraste, se instauró el animismo y la teoría del flujo vital como hipótesis de reguladores de la salud, la enfermedad, la duración y el curso de la vida humana.

 

 

Gracias a la necesidad de esclarecer las grandes interrogantes que dominan al hombre (género humano), surgieron magnos científicos que llevaron a cabo toda clase de experimentos en seres vivos. Por este motivo, los románticos se preocuparon por los límites éticos y la moralidad que debían ser respetados, y así surgieron relatos y poemas que hablaban del bien, el mal y la moral.

Al analizar al vampiro de Polidori, es posible observar que la criatura, que se considera una representación del mal como una encarnación, no vive del lado salvaje del hombre o de su herencia bestial latente en el sistema límbico, cuyo interés es solo saciar su hambre,  y se transforma en un “ser” similar al hombre, portador de peculiaridades notables, con un gran sentimiento de hedonismo, quien es capaz de realizar actos moral y éticamente atroces para cumplir su propio placer que, además, es capaz de devorar la fuerza vital de cada una sus víctimas con su sola presencia. Si bien, Polidori conservó algunas propiedades propias del folclor europeo, agregó cualidades únicas cuyo origen tiene una influencia directa en la medicina coetánea y en el mismo ámbito social del médico. En innumerables ocasiones, Lord Ruthven demuestra una capacidad magnética única que, a pesar de su extravagante y temible apariencia,  logra atraer “místicamente” las miradas de todos sus allegados, así como la capacidad de generar una devoción en sus víctimas. Dichas características tienen su origen en el “mesmerismo”, que tuvo su origen Viena como parte de las variantes  introducidas en Europa en relación con el vitalismo, y cuyo principal expositor fue el médico Franz Anton Mesmer (1734–1815), quien afirmo la existencia de un “magnetismo animal” como un fluido universal. Sin embargo, el mesmerismo se alejó del método científico y la medicina, dando como resultado que durante los siguientes años fuera adoptado como una terapia poco convencional asociada a tradiciones místicas, que dieron pie a la génesis de ciencias asociadas y terapias diversas tales como el espiritualismo, la frenología, la clarividencia y la telepatía.

Por otra parte, existe la certeza del interés propio del médico por el sonambulismo y otros estados mentales similares al trance, siendo este el tema para su disertación como médico (Disputatio Medica Inauguralis, Quaedam de Morbo, Oneirodynia Dicto, Complectens). La tesis de Polidori responde a las influencias del mesmerismo y la frenología; hace referencia a otros estados semiconscientes relacionados con una imaginación violenta o perturbadora durante el sueño (similar a las pesadillas). A su vez, deja entrever rasgos románticos y victorianos del automatismo cerebral, filosofía que sugería la posibilidad de funcionar mecánicamente, sin voluntad o alma, que más adelante se llamaría “cerebración inconsciente”. Dicho en palabras de Stiles,  Lord Ruthven, el villano de Polidori, encarnó la implicación más aterradora de la neurología del siglo XIX: la posibilidad de que los humanos sean autómatas sin alma. Estas implicaciones aterradoras pueden ayudar a explicar por qué esta actividad se asoció consistentemente con el vampirismo a lo largo del siglo XIX (ej. Carmilla, 1872 y Drácula, 1897), incluso cuando otros aspectos de la tradición vampírica sufrieron cambios considerables.

El concepto de alma dentro de la literatura vampírica romántica y victoriana hace referencia a una fuerza vital proporcionada inexorable, situación concordante con las creencias del animismo de Stahl y el vitalismo francés de Montpellier.

Conclusiones

Pese a que Polidori no fue el creador intelectual en su totalidad del personaje que encarna al vampiro prerromántico, es necesario el análisis de su obra y sus agregados al personaje de Lord Ruthven, ya que marcaron un parteaguas entre la tradición oral folclórica y la literatura que incluyo al vampirismo como un medio crítico para la sociedad coetánea. Sin duda, los sueños y otros estados semiconscientes fascinaron a muchos poetas románticos y novelistas góticos, pero fue Polidori quien los introdujo a un personaje mítico que ha perdurado hasta nuestros días. Además, al analizar a profundidad al no muerto de Polidori, podemos entrever ciertas cualidades médico-filosóficas de la época, en especial la constante disputa entre el mecanicismo y el vitalismo, así como la determinante pregunta en relación con la existencia del alma. El villano de Polidori es un ser depravado y monstruoso debido a su carencia de alma, por lo cual le es imperativo el saciar su necesidad de placer mediante el consumo de la “fuerza vital” de los seres más puros o inocentes. Eso conlleva el deterioro de la sociedad a través de actos viles y carnales, como el consumo de sustancias, la promiscuidad y la vileza.

 

Sobre el autor:

  1. Departamento de Neurocirugía. Hospital Central Sur de Alta Especialidad, PEMEX. Tlalpan, Ciudad de México, México
  2. Departamento de posgrado. Universidad Nacional Autónoma de México (U.N.A.M), Ciudad Universitaria, Ciudad de México, México
  3. Departamento de Investigación. Universidad Autónoma de Tamaulipas (U.A.T.). Facultad de Medicina de Tampico: “Dr. Alberto Romo Caballero”. Tampico, Tamaulipas; México

ORCID: https://orcid.org/0000-0001-6238-0027

 

Sugerencia de citación:

López-Valdés, J.C. (2024, marzo). John Polidori, Lord Byron y la transformación romántica del vampiro. Medicina y Cultura, 2(1), mc24a-05.

https://doi.org/10.22201/fm.medicinaycultura.2024.2.1.5

 

Julio César López Valdés

Neurocirujano en formación, amante de la literatura y la filosofía; pintor amateur y escritor en proceso. Coleccionista de todo tipo de arte y numinasta. Apasionado de las novelas de horror, en especial del horror cósmico de Lovecraft.

Contacto: jc.lopz@live.com

 

Lecturas recomendadas

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