La dermatología en el arte: el caso de la reina Isabel
Natasha Alexandra Medina Vicent, Paulina Nundehui Cortés López, Estefania Guzmán Montijo, Bibiana Montserrat Barbosa Ramírez, Adriana Saenz Ramírez y María Elisa Vega Memije

Palabras clave: arte y medicina, alopecia, Isabel I

El arte y la medicina han permanecido ligados a lo largo de los años. La piel es el primer reto del artista para plasmar la imagen del cuerpo humano, lo que ha permitido evidenciar múltiples patologías dermatológicas en representaciones pictóricas en el transcurso de la historia. Al ser la piel una parte fundamental del aspecto de una persona, desde las civilizaciones más antiguas de la humanidad ha existido una preocupación por su belleza y cuidado. Por eso, al hacer retratos, el pintor intenta plasmar de la forma más precisa posible todas las características que alcanza a percibir de la piel del sujeto, lo que ha permitido que, a través del arte, los médicos diagnostiquen varias patologías dermatológicas, como la alopecia frontal fibrosante.

La alopecia frontal fibrosante es una pérdida de cabello permanente. Se puede observar cuando la línea de implantación del pelo retrocede, dando la apariencia de una frente más amplia. Fue descrita por primera vez por Kossars en 1994, por lo que su diagnóstico es relativamente nuevo. La enfermedad ha sido plasmada por pintores en retratos de diferentes épocas y corrientes artísticas. Por este motivo, nos interesa describir los retratos de la reina Isabel I, en los que se aprecia esta afección.

Las características clínicas de la alopecia frontal fibrosante incluyen un patrón clásico de regresión progresiva de la línea de implantación del pelo en la parte de la frente (frontotemporal) y, ocasionalmente, pérdida de cejas y pestañas; la piel del área sin pelo (alopécica) por lo regular es pálida y contrasta con las regiones adyacentes. Al tratarse de una alopecia cicatricial, los cambios son irreversibles, lo cual repercute de forma preponderante en la confianza y calidad de vida de los pacientes.

Existen tres patrones clínicos distintivos con diferentes pronósticos:

  1. Patrón I o lineal. En este patrón destaca una recesión de la línea de implantación del pelo, con pérdida de la densidad del mismo. Su pronóstico es intermedio, que es el patrón clínico más común
  2. Patrón II o difuso. Se caracteriza por una alopecia difusa o en forma de banda en zigzag que altera la línea frontal y presenta densidad disminuida por detrás de la línea de implantación del pelo. Es el segundo patrón más común y tiene el peor pronóstico
  3. Patrón III o signo de pseudoflecos. Se caracteriza por retención del pelo a lo largo de la línea frontotemporal. Es el menos frecuente, pero, curiosamente, tiene el mejor pronóstico
La causa aún no es clara. Afecta mayoritariamente a mujeres postmenopáusicas. Se ha planteado la hipótesis de una base genética, a través de una herencia autosómica dominante. El hecho de que la alopecia frontal fibrosante se presente más tarde en la vida, sugiere que los factores del medio ambiente pueden desempeñar un papel en el desarrollo de esta enfermedad. También las enfermedades autoinmunes se han visto relacionadas.

En estudios recientes, se sugiere que los productos faciales que no se retiran correctamente, como las cremas hidratantes o el uso de dióxido de titanio, componente de los protectores solares, están asociados con alopecia.

En este artículo analizamos tres obras sobre la reina Isabel I de Inglaterra, quien reinó del año 1558 a 1603. Su gobierno fue tiempo sumamente fructífero y propició el nacimiento de una época de oro en la que las artes progresaron enormemente y se rendía homenaje a la reina Isabel a través de las pinturas. Por esa razón, al siglo XVI también se le denomina época isabelina.

Para la reina Isabel, la apariencia personal era muy importante, lo cual es evidente en todos sus retratos en los que se presenta como una mujer vanguardista y poderosa que portaba muchas joyas y vestidos majestuosos. Dentro de esa imponencia, también destaca su piel blanca, que en dermatología llamamos fototipo I, según la clasificación de Fitzpatrick respecto al color de la piel, el pelo y los ojos. Para Isabel, tener una blancura máxima era necesaria para un acercamiento con Dios, y para aumentarla se maquillaba con un blanqueador, como se puede apreciar en la figura 1.

Figura 1. Hilliard, N. (1575). Elizabeth I [Óleo sobre panel de madera. 610 x 787 cm]. Walker Art Gallery. Dominio Público. https://bitly.ws/3cQ3n

En aquel entonces, la blancura de la piel era señal de virginidad y estaba ligada a la clase alta de la sociedad.

Por otro lado, tomando en cuenta la época, así como sus múltiples deberes y actividades como monarca, se presume que la reina vivía bajo estrés constante. Los retratos fueron realizados cuando tenía alrededor de 25 años, por lo que descartamos estar frente a un caso de menopausia, la cual es factor desencadenante en dicha patología.

En la figura 1 podemos apreciar el “Retrato del pelícano”, una pintura al óleo de Isabel I de Inglaterra, sobre un panel de madera, titulado así por el colgante de pelícano en el pecho de Isabel. Fue realizado alrededor de 1575 por Nicholas Hilliard, quien nació en 1547 y fue el primer gran pintor inglés del Renacimiento. En esta imagen se observa la recesión de la línea de implantación frontotemporal (de la frente y la parte lateral de la misma), de entre 0.5 y 8 centímetros, aproximadamente, desde la línea de implantación primitiva del cabello, y el pelo es compatible con el patrón lineal. Además, presenta pérdida de pelo en la región lateral de las cejas y una disminución de la densidad en las partes restantes de las mismas, lo cual se observa en un alto porcentaje de los pacientes con alopecia frontal fibrosante. En algunos estudios, hasta 95% de los casos lo presenta. Se manifiesta como característica clínica de inicio en 20 a 48% de los pacientes y puede preceder a la alopecia frontal hasta por ocho años, lo que permitiría el diagnóstico precoz y se suele relacionar con formas moderadas de la enfermedad. Durante la revisión bibliográfica, encontramos varias teorías acerca de supuestas enfermedades que padecía la reina, sin embargo, no se evidencia nada en concreto. Isabel I utilizaba cerusa de Venecia, un cosmético utilizado en el siglo XVI como blanqueador de la piel, constituido por agua, vinagre y plomo Este último es un metal pesado. Se cree que murió a sus 69 años por una bronquitis o neumonía. La neumonitis por metales pesados es una enfermedad infrecuente que aqueja a personas expuestas al polvo de estos. Por ello, no descartamos que el prolongado uso de plomo durante su vida haya sido una probable causa de muerte.

En la figura 2 podemos ver el “Retrato Ermine de Isabel I de Inglaterra”, de William Segar. Muestra una mujer de piel blanca, con la línea de implantación del pelo casi por detrás de las orejas y las cejas poco pobladas, con ausencia de pelo en la parte lateral. Es importante considerar que, al inicio del Renacimiento, entre las mujeres de la sociedad y nobleza, la pseudo-alopecia frontal representaba moda y nobleza, por lo que utilizaban métodos como arrancamiento con pinzas o frotamiento con piedra pómez para provocar la pérdida de pelo. Dado lo anterior, podríamos considerar esta causa como una alternativa a su patología.

Figura 2. Segar, W. (1585). Ermine Isabel I [Óleo sobre lienzo]. Hatfield House. Hertfordshire, England. Dominio Público. https://bitly.ws/3cQ3H

En la figura 3 apreciamos el retrato de coronación, pintado al óleo alrededor del año 1600, por un artista desconocido. La reina Isabel I aparece de 25 años de edad con un fototipo de piel Fitzpatrick I, quizá causado por la aplicación de cerusa de Venecia.

Figura 3. Elizabeth I. (1600). [Óleo sobre lienzo. 127 x 99 cm]. National Portrait Gallery Londres. https://bitly.ws/3cQ3Q

Como conclusión podemos apreciar una vez más que el arte y la medicina están relacionados desde hace muchos siglos, las patologías cutáneas son las que se encuentran representadas con mayor frecuencia a través de pinturas y retratos milenarios, ya que son las que se pueden apreciar con el ojo humano, el dermatólogo ha utilizado el arte para aprender, al observar y analizar estas obras para así poder establecer probables diagnósticos y generar la historia de las diferentes patologías.

Sugerencia de citación:

Medina-Vicent, N.A., Cortés-López, P.N., Guzmán-Montijo, E., Barbosa-Ramírez, B.M.,  Saenz-Ramírez, A. & Vega-Memije, M.E. (2024, marzo). La dermatología en el arte: el caso de la reina Isabel. Medicina y Cultura, 2(1), mc24a-03.

https://doi.org/10.22201/fm.medicinaycultura.2024.2.1.3

 

Natasha Alexandra Medina Vicent

Licenciatura en Medicina por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superior de Monterrey campus Guadalajara. Primer año de Medicina Interna en Médica Sur. Actualmente haciendo el diplomado de Micología Médica en el Hospital Gea González.

Paulina Nundehui Cortés López

Licenciatura en Medicina  egresada de la Facultad de Medicina, UNAM. Médico Pasante de Servicio Social en el Hospital Gea Gonzalez.

Estefania Guzmán Montijo

Licenciatura en Medicina  egresada de la Facultad de Medicina, UNAM. Médico Pasante de Servicio Social en el Hospital Gea Gonzalez.

Bibiana Montserrat Barbosa Ramírez

Licenciatura en Medicina por la Universidad Autónoma de Baja California campus Mexicali. Residente de Dermatología en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.

Adriana Saenz Ramírez

Licenciatura en Medicina por la Universidad de Durango campus Chihuahua. Actualmente haciendo el diplomado de Micología Médica en el Hospital Gea González.

María Elisa Vega Memije

Médica especialista en Dermatología y Dermatopatología. Jefa de División de Dermatología del Hospital General “Dr Manuel Gea González”. Investigadora del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), Conacyt, Profesora de posgrado de Dermatología y Dermatopatología en la UNAM. Tiene más de 440 artículos publicados en revistas Nacionales e internacionales. Autora de treinta capítulos de libros.

Lecturas recomendadas

Cartwright, M. (2020). Isabel I de Inglaterra. Enciclopedia de la Historia del Mundo. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-18888/isabel-i-de-inglaterra/

Esteban-Lucía, L., Molina-Ruiz, A. M. & Requena, L. (2017). Update on Frontal Fibrosing Alopecia. Actualización en alopecia frontal fibrosante. Actas dermo- sifiliograficas, 108(4), 293-304. https://doi.org/10.1016/j.ad.2016.11.012

Kam, O., Na, S., Guo, W., Tejeda, C. I. & Kaufmann, T. (2023). Frontal Fibrosing Alopecia and Personal Care Product Use: A Systematic Review and Meta-Analysis. Archives of Dermatological Research, 10.1007/s00403-023-02604-7. Publicación en línea anticipada: https://doi.org/10.1007/s00403-023-02604-7

Kępińska, K., Jałowska, M. & Bowszyc-Dmochowska, M. (2022). Frontal Fibrosing Alopecia: A Review and a Practical Guide for Clinicians. Annals of Agricultural and Environmental Medicine: AAEM, 29(2), 169-184. https://doi.org/10.26444/aaem/141324

Montero, M. A., de Gracia, J. & Morell, F. (2010). Hard Metal Interstitial Lung Disease. Archivos de Bronconeumologia, 46(9), 489-491. https://doi.org/10.1016/j.arbres.2009.10.007

Robinson, G., McMichael, A., Wang, S. Q. & Lim, H. W. (2020). Sunscreen and Frontal Fibrosing Alopecia: A Review. Journal of the American Academy of Dermatology, 82(3), 723-728. https://doi.org/10.1016/j.jaad.2019.09.085

Vargas, A. (2018).  La dermatología y el arte (pp. 9-44). Sociedad Mexicana de Dermatología.

Wilks, T. (2019). Review of Nicholas Hilliard. Life of an Artist by Elizabeth Goldring, Yale University Press, New Haven and London. The British Art Journal, XX(1), 117-18. https://www.academia.edu/40032709/Review_of_Nicholas_Hilliard_Life_of_an_Artist_by_Elizabeth_Goldring_Yale_University_Press_New_Haven_and_London_2019_in_The_British_Art_Journal_volume_XX_No_1_Spring_Summer_2019_117_18

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